Macho, nació en los bosques de África. Capturado aún bebe, fue vendido a un comerciante en Líbano, donde vivió dentro de una tienda de mascotas, siendo obligado a tomarse fotografías con los clientes de la tienda.
Después de cumplir cuatro años, los propietarios del establecimiento ya no podían mantenerlo porque ya era muy fuerte y tenía voluntad propia. Fue trasladado a un precario zoológico ubicado en Beirut y pasó seis años más sin la compañía de otro chimpancé, siendo torturado y maltratado.
Llegó al Anami en 2012 con profundas marcas psicológicas, resultado de una vida de torturas y frustraciones. Se mutilaba todos los días. Pero ya en el primer año en el santuario, Bicco mostró una recuperación extraordinaria, perdió el miedo a los humanos y comenzó a mostrar comportamientos típicos de la especie.
Con dos años de tratamiento ya no se mutilaba y vivía jugando y comunicándose con los otros chimpancés vecinos. En 2017, lamentablemente, Bicco falleció debido a una fibrosis miocárdica, dejando un vacío en cada uno que convivió con él.